La historia de la Atlántida ha fascinado a muchos durante años, por ello decidí abordarlo a ver que piensan…

Las hipótesis sobre la colocación

Sobre la base de Aristóteles y debido a la falta de fuentes antes de Platón, generalmente se cree que el mito de la Atlántida es solo una ficción literaria, enteramente elaborada por el filósofo griego a partir de referencias mitológicas y de sus propias ideas políticas y filosóficas. Aunque la Atlántida como tal aparece raramente en los textos griegos o latinos (y solo como una reelaboración de la historia de Platón), los mitos y leyendas de los continentes o ciudades sumergidos son recurrentes y, como el del Diluvio, pertenecen a numerosas civilizaciones y culturas antiguas.
Sin embargo, algunos han intentado imaginar la Atlántida como un lugar que realmente existió, o al menos identificar los elementos históricos y geográficos que pueden haber originado el cuento de Platón.
Desde la época de Donnelly, ha habido decenas, probablemente cientos, de propuestas de localización para Atlantis, hasta el punto de que su nombre se ha convertido en un concepto genérico, independiente del relato de Platón. Esto se refleja en el hecho de que, de hecho, muchos de los sitios propuestos no se encuentran en absoluto dentro del Océano Atlántico. A veces se trata de hipótesis de académicos o arqueólogos, mientras que otras se deben a psíquicos u otros campos paracientíficos. Muchos de los sitios propuestos comparten algunas de las características de la historia original de la Atlántida (aguas, final catastrófico, período de tiempo relevante), pero ninguno ha demostrado ser la Atlántida histórica “real”.
Las hipótesis sobre la ubicación real de Atlantis son las más variadas. Si es cierto que Platón en sus dos diálogos habla explícitamente de “una isla más grande que Libia y Asia juntas” más allá de las Columnas de Hércules (es decir, el Estrecho de Gibraltar), algunos estudiosos, dada la dificultad real en ‘imaginando una isla-continente en el Atlántico que desaparecía en poco tiempo sin dejar casi ningún rastro, eligieron ubicaciones alternativas.
Al principio pensamos en América, que es en realidad un continente en medio del Océano (Atlántico) que, sin embargo, no se conocía en absoluto en la época de Platón y que, hasta donde sabemos, no ha conocido cataclismos recientes. Otros han pensado en el desierto del Sahara, que en un período pasado pudo haber sido fértil y albergar a mucha gente, pero la descripción de Platón no encuentra muchas coincidencias.
Algunos querían ver en algunos mapas que datan de la Edad Media (mapa de Piri Reìs) la representación de la Atlántida en el extremo sur, justo después de Tierra del Fuego, entre América del Sur y la Antártida. Según ellos, de hecho, es probable que la Antártida, alguna vez una tierra fértil y exuberante (que se remonta a restos de vegetación descubiertos en el siglo pasado que sugieren gracias al análisis del carbono 14, que la Antártida estaba libre de hielo hace ya 50.000 años) fue la sede de Atlantis. Otros, sin embargo, ven solo representaciones toscas de América en los mismos mapas. Finalmente, otros lo identificarían con otro hipotético continente perdido, Lemuria, ubicado entre África e India.
Otro lugar hipotético es, según algunos, incluido el sensible Edgar Cayce, en el Mar de los Sargazos: los fenicios conocían las Azores ya lo largo de la falla atlántica no hay casos desconocidos de surgimiento y hundimiento de islas, incluso en tiempos históricos recientes; sin embargo, se trata de pequeñas islas y no de continentes que podrían albergar ríos navegables como en el cuento de Platón.
El geólogo inglés Jim Allen afirma que Atlantis estaba ubicada en Bolivia, en el área del Altiplano, basándose en la presencia de una planicie rectangular correspondiente a las dimensiones especificadas por Platón y depresiones concéntricas en un arco circular inmediatamente al este de la ciudad de Pampa Aullagas, identificado por él con los canales de la capital.

En el mediterráneo
La mayoría de las hipótesis adelantadas recientemente señalan la ubicación de la mítica isla ya no en el océano o en otros lugares demasiado remotos (ahora descartados por razones geológicas, cronológicas e históricas), sino más cerca, en el Mediterráneo o en su entorno inmediato, donde Platón probablemente podría haber dibujado los diversos elementos para construir su historia. El conocimiento geográfico de los griegos en la época de Platón era de hecho muy vago y limitado a la cuenca mediterránea, y en realidad era suficientemente preciso solo en la zona del Egeo.
Una de las teorías más singulares, estudiada y profundizada en la primera mitad del siglo XX, sostiene que el mito de la Atlántida no es más que la memoria deformada y magnificada de la civilización minoica (civilización cretense de la Edad del Bronce), que terminó alrededor de hasta 1450 a. C., en circunstancias aún no bien aclaradas. La causa podría ser la explosión del volcán en la isla de Thera, actualmente Santorini, que provocó el hundimiento parcial de la isla y terremotos gigantes: la explosión de Thera habría extendido un maremoto aterrador en el Mediterráneo capaz de arrasar los asentamientos. a lo largo de las costas (las olas se habrían extendido por la cuenca del mar Egeo en solo dos horas, alcanzando una altura de unos treinta metros), que serían seguidas en dos o tres días por las cenizas vertidas desde el
Una teoría similar ha sido avanzada más recientemente por el periodista italiano Sergio Frau en su libro Las columnas de Hércules (2002): las columnas mencionadas por Platón deberían identificarse en realidad con el canal siciliano (que es muy turbulento, como Platón describe Colonne), por lo tanto, la isla de Atlántida sería en realidad Cerdeña; el pueblo que construyó el nuraghi coincidiría con el misterioso pueblo de los Shardana o Šerden (de donde Cerdeña toma su nombre), mencionados entre los “pueblos del mar” que, según las crónicas de los antiguos egipcios, intentaron invadir el Reino de Egipto. Por lo tanto, algunos Šhardana habrían emigrado a la península italiana, donde habrían dado lugar a la civilización etrusca. De hecho, Cerdeña todavía tiene áreas planas ubicadas a pocos metros por debajo del nivel del mar en la actualidad y esto sugiere que, al ser una tierra geológicamente demasiado antigua para sufrir o haber sufrido desastres naturales de dimensiones demasiado grandes, puede haber sido sometida a cataclismos en el pasado. ligado al mar, cuyo territorio probablemente no podría haber rechazado debido a la altura de su superficie frente a la del mar. Además, la falta de terremotos habría permitido una gran expansión de edificios dentro de la isla, que probablemente en ese momento podría haber sido considerablemente diferente. en cambio, pudo haber sido sometido en el pasado a cataclismos ligados al mar, cuyo territorio probablemente no podría haber sido rechazado debido a la altura de su superficie en comparación con la del mar. Además, la falta de terremotos habría permitido una gran expansión de edificios dentro de la isla, que probablemente en ese momento podría haber sido considerablemente diferente. en cambio, pudo haber sido sometido en el pasado a cataclismos vinculados al mar, cuyo territorio probablemente no podría haber sido rechazado debido a la altura de su superficie en comparación con la del mar. Además, la falta de terremotos habría permitido una gran expansión de edificios dentro de la isla, que probablemente en ese momento podría haber sido considerablemente diferente.
Algunos identifican los restos del continente de Atlantis con la isla de Chipre.
Una de las muchas teorías recientes situaría la Atlántida en España, precisamente en Andalucía, cerca de Cádiz. Esta es la opinión del erudito alemán Rainer Kuehne, que hace uso de encuestas por satélite, aunque atribuidas a Georgeos Dìaz-Montexano. Algo encaja, como la forma de las estructuras detectadas y el entorno cercano a las montañas (en este caso Sierra Morena y Sierra Nevada), como las descripciones de Platón, en las que también están presentes ricas minas de cobre. Sin embargo, si Kuehne tuviera razón, no sería una isla, como dicta la tradición, y las dimensiones detectadas por el satélite no coinciden con las de Platón.
Sea como sea, donde quiera que se quiera ubicar, la Atlántida fascina sobre todo por los mitos que rodean a su gente y su fin.