Las acciones vistas como redención forman parte de un sendero para alcanzar el estado de unión con la Divinidad. En el Yoga, este camino es recorrido por aquellos que consideran la acción como un móvil innegable hacia la conexión con Dios y la consciencia superior.
Este camino, llamado Karma Yoga (o “Yoga de la acción”), es el que predica la acción dedicada a la divinidad como una manera de trascender el ser y como un vehículo que nos conduce a reconocer las cualidades de Dios en nosotros mismos.
Sustentado por las escrituras sagradas del Bhagavad Guita, se impulsa a través del concepto “La disciplina de la acción”. El practicante de Karma Yoga tiene una fiel creencia en el cumplimiento del Dharma (deber religioso del practicante), manteniendo como principio el desapego hacia los resultados de lo ejercido.
Viendo el Karma como la acción que desenlaza las consecuencias en la vida terrenal y espiritual (el principio de acción y reacción), estos creen que manteniendo una acción dedicada a Dios y evitando cultivar deseo alguno por los resultados de dicha acción, estarán sembrando un buen Karma para esta y las siguientes encarnaciones.
La palabra de Dios, en este sendero del Yoga, será una lámpara que ilumina el desarrollo de las acciones correctas. Este practicante, también llamado Budhi, tendrá que movilizar su acción por los motivos correctos: el fin de ser guiado, inspirado y movilizado por las cualidades de Dios, así como por el deseo del practicante de reconocer en sí mismo esas cualidades.
Todas las obras terrenales y espirituales serán dedicadas a Dios sin apego a los resultados. Visto el deseo como un obstáculo para el contentamiento del alma en la cultura hindú, será importante para estos practicantes purificar lo que los moviliza a ejercer su lugar en el mundo y las acciones que los definen como seres humanos, pero sobre todo, como practicantes del Karma Yoga.
Una acción purificada por la Divinidad
El inicio para purificar la acción y mantenerla como objeto de meditación en Dios, es realizar cualquier acción desde una intención adecuada a la naturaleza de la Divinidad. Actuamos desde el contentamiento y desde la certeza que Dios reside en nuestras intenciones.
Lo que nos motiva a actuar también será un paso que debe revisar el practicante antes de ejercer la acción. ¿Estás motivado por el resultado de la acción? ¿Te motiva el dinero que obtendrás por la acción? ¿Tienes una motivación oculta que está aguardando solo el propio beneficio? Al responder, el Budhi debe procurar que la motivación de la acción a realizar esté purificada.
Hay otro punto a tomar en cuenta por el practicante que consistirá en el cumplir su deber como devoto del Karma Yoga. No eludir lo que se debe hacer por pereza, miedo o repulsión hacia la tarea del alma. Si la acción está dirigida hacia Dios, el fuego espiritual nos guiará a hacer el deber en el momento que se debe hacer y de la manera correcta.
La acción del practicante también se debe realizar desde la excelencia. No importa si no fue el tallado más delicado, o si hemos derramado una taza de té al servir, pero debe existir un impulso a realizar las tareas desde lo mejor que podemos dar como seres humanos y devotos a la Consciencia Superior.
En la renuncia de los resultados de la acción, también comprendemos que Dios o la Consciencia Superior será la fuerza absoluta que dirige todos nuestros actos. Cuando no volcamos el deseo hacia los resultados de las acciones que realizamos, se dice que se esparcen las semillas kármicas del practicante. El desapego será una cualidad para sembrar y cultivar constantemente.
Una de las cualidades que también acompañarán al practicante de Karma Yoga será notar cómo la divinidad se encuentra en todos los seres y circunstancias de la vida. Ejercer el amor por el prójimo será una práctica para ejercer el amor a Dios. Por esa razón, la acción deberá estar guiada por nuestra naturaleza sagrada y benevolente.
Finalmente, el que tiene como práctica espiritual el Yoga de la Acción, deberá entregarse a la maestría que invita cada acción realizada. Si el servicio consiste en hacer muebles de madera, esa acción nos invitará a desarrollar una cualidad para realizarlo con altura. Cada acción nos invita a la maestría de ella misma a través de la entrega.
La acción cotidiana como móvil hacia Dios
Hemos transitado los principios del Karma Yoga y cómo sus practicantes encuentran una manera de practicar su devoción a Dios desde las acciones más simples que encontramos en la cotidianidad.
El solo acto de “hacer” puede ser un objeto de meditación para encontrar las cualidades de Dios en la naturaleza humana, así como todas las circunstancias de la vida se transforman en una posibilidad de adoración.
La acción per se como elemento de rezo será un camino profundo para cuestionarnos qué nos mueve como seres humanos y cómo ejercemos nuestra presencia en el mundo a través de las acciones que realizamos. Visto de esta manera, es un camino introspectivo que imprime un carácter sagrado y bondadoso a nuestra existencia.