Las constelaciones familiares es una terapia sistémica creada por Bert Hellinger a partir de otras formas terapéuticas estudiadas y empleadas por él con anterioridad. Partiendo del principio de que no estamos separados de nuestra familia, incluyendo a los ancestros que no conocimos, esta práctica busca crear orden en este complejo sistema familiar como el fundamento de la resolución de los conflictos individuales. En este artículo referiremos cuál es el fundamento de esta práctica psicoterapéutica, cada vez más empleada por la psicología oficial.
¿Qué son las constelaciones familiares?
Las constelaciones familiares es una terapia sistémica que promueve el conocimiento y sanación de sí mismo a través de la integración y aceptación del sistema familiar.
Posee un poderoso mecanismo de transformación profunda basado en una evolución armónica y gradual, sin sobreesfuerzos inútiles. Así, mediante la aplicación de algunas leyes sistémicas se plantean soluciones efectivas que conducen al equilibrio pisco-emocional.
Las constelaciones familiares permiten ordenar los elementos de cualquier sistema, ya sea organizativo o familiar, para establecer relaciones de confianza que favorecen la eficiencia y la consecución rápida de objetivos y con ello aumente el bienestar y la motivación de las personas.
Constelaciones familiares: esbozo histórico y teórico
Las constelaciones familiares son una nueva perspectiva terapéutica que se ha desarrollado desde 1980, aproximadamente, por Bert Hellinger. Actualmente la utilizan no sólo psicoterapeutas, si no también médicos, educadores, trabajadores sociales, consultores empresariales, y otros profesionales de distintas ramas.
Los movimientos que surgen de las constelaciones familiares han sido objeto de estudio permanente, por ello siempre están surgiendo nuevas modalidades, es decir, esta terapia se mantiene abierta a nuevos campos del saber y se encuentra en constante investigación e innovación.
Y no se trata de una teoría, las constelaciones son el resultado de la unión de principios provenientes de varias escuelas psicoterapéuticas. De hecho, se alimenta de la Terapia Sistémica Familiar, Terapia de Comportamiento, Gestalt, Psicodrama, Hipnoterapia de Milton Ericsson y Grito Primal de Arthur Janov, entre otras.
¿Cómo funciona?
Bert Hellinger descubre que al constelar o “conformar” familias utilizando representantes de los verdaderos implicados, ocurren conexiones especiales, y estos representantes comunican la información de los miembros de la familia que están representando.
El terapeuta o constelador, aún sin poseer información de la familia del constelado, puede observar a través de los representantes los lazos invisibles que unen a este con aquella, y una vez que esto ocurre y se produce el fenómeno que se conoce como “reconocimiento”, algo comienza a cambiar en el individuo que ha consultado y en su sistema familiar.
Este proceso ocurre en el inconsciente individual y colectivo del participante, en su alma, su corazón; que es un nivel mucho más profundo de aquel en el que se encuentra su capacidad racional.
De este modo, al constelar las emociones dolorosas que están en ese nivel inconsciente, salen a la consciencia, y el constelado puede así reconocerlas y aceptarlas para que se produzca el cambio anhelado.
La consciencia familiar
Al nacer en una familia llevamos codificado en nosotros todo el sistema, en forma de imagen interna. En este código se halla la información que ha sido transmitida por todos. Esta imagen es lo se conoce como “conciencia familiar”.
La conciencia familiar contiene toda la historia, creencias, emociones, prejuicios, complejos, etc., de toda la familia de origen del constelado. Todo está presente en esta imagen, especialmente lo que no se ha dicho y se ha guardado como secreto de familia.
En la consciencia familiar también se encuentran las personas que han sido excluidas del sistema por diversas causas: prostitución, adicciones, asesinatos, estafas u otras razones que para la familia puedan haber sido dolorosas o motivo de vergüenza social o familiar.
La conciencia familiar abarca un número circunscrito de personas: a los niños, incluidos los fallecidos durante el embarazo y aquéllos que murieron temprano. A los padres y sus hermanos, a los abuelos. A veces, los bisabuelos o uno de los bisabuelos, y a veces incluso ancestros que vienen de más atrás.
Y, lo que parece muy extraño, gente que no son parientes pertenecen a la conciencia familiar también. Todos, y esto es muy importante, los que hicieron lugar en ventaja de los miembros ya mencionados. Esto incluye, en particular, a parejas anteriores de los padres o de los abuelos, así como también todos aquéllos cuya mala fortuna o muerte trajo a la familia una ventaja o ganancia. También incluye a las víctimas de la violencia o el asesinato por parte de cualquier miembro de la familia.
El campo y el constelador
En una constelación quien habla es el campo, y este es la representación externa del inconsciente individual y familiar del constelado, está constituido por el espacio en el que se realiza la constelación y por los representantes. Es allí dónde está toda la información que el constelante o paciente quiere conocer.
El campo es el maestro y el constelador es un facilitador que sabe cómo leer lo que el campo está manifestando, esto es, las diferentes dinámicas que puedan estar mostrando el sistema de familia. El terapeuta también apoya al cliente para que este se reconozca en el campo y desde allí hacer consciente su lugar en el sistema de familia.
Un constelador, dice Carola Castillo, es un sanador herido. Pues sólo es posible acercarse a la sanación de otros cuando se está consciente de las propias heridas y haber pasado por un proceso de aprendizaje acerca de sí mismo dentro del sistema familiar.
Un constelador es también un terapeuta, y es muy revelador que la palabra “terapeuta”, therapeuien en griego, signifique “servir a los dioses”. Los conflictos del alma surgen donde hay fuerzas irreconciliables que nos dividen o se interponen. Así, la psicoterapia siempre ha sido un trabajo de mediación o de reconciliación en la solución de conflictos entre el individuo y los dioses que lo habitan: los arquetipos.
Dice Bert Hellinger:
Un terapeuta capaz está en sintonía con sus padres, con su familia, con su destino, con su culpa y con su muerte. También está en sintonía con los padres del cliente, su familia, su destino, su culpa y su muerte
Bert Hellinger¿Cómo se lleva a cabo una sesión de constelaciones familiares?
Se necesita muy poca información previa del cliente, ya que la percepción emerge con mayor facilidad si se pregunta solo por lo más esencial, y esto se hace justo antes de configurar la constelación, no antes. Las preguntas esenciales son: ¿Quién pertenece a la familia? ¿Hay niños fallecidos durante el embarazo de la madre, o alguno que murió temprano? ¿Ha habido alguien con una suerte difícil en la familia, por ejemplo alguien discapacitado en algún sentido?
¿Estuvo alguno de los padres o abuelos casado o comprometido en una relación anterior, o involucrado en una relación significativa antes de su actual matrimonio?
Cualquier pregunta adicional estorba la apertura a la información fenomenológica que emerge. Esto es verdad tanto para el terapeuta como para los representantes. Es también el motivo por el cual el terapeuta renuncia a cualquier conversación previa con el cliente o a un cuestionario extenso. Además, es mejor si el cliente permanece en silencio durante la constelación, y que los representantes se abstengan de hacerle cualquier pregunta al cliente.
Sin embrago, de ser necesario el constelador hará preguntas a los representantes o al constelado siguiendo el método mayéutico.
Luego de obtener la información, el constelado se centra en sí mismo y selecciona a quienes van a representar a los miembros de su familia incluyendo a alguien para sí, y los sitúa en un espacio unos en relación a los otros, siguiendo a su propia intuición.
Tan pronto como las personas han asumido su lugar, experimentan las emociones de aquellos a quienes representan, sin siquiera conocerlos. Así, por medio de la Constelación Familiar, obtenemos una representación de lo que realmente está sucediendo en la familia.
La mayéutica como camino en las constelaciones familiares
Como sabemos la mayéutica es un método creado por Sócrates en la Grecia antigua y que consistía en aproximarse a la verdad a través de preguntas. En las constelaciones también son clave las preguntas para irse acercando a la estructura familiar.
Y es que en constelaciones las preguntas son la vía que el inconsciente encuentra para hacer la conexión con la conciencia. Es importante entonces estar atentos a la pregunta que surge en los ejercicios de constelaciones.
Y de hecho en un ejercicio de constelaciones familiares se puede en ocasiones oír que el terapeuta pregunte al paciente: ¿Qué emoción siente? (rabia, miedo, tristeza, dolor). ¿En qué parte del cuerpo lo siente? ¿Reconoce las lealtades con sus padres o algún miembro de la familia, creencias asumidas de la infancia, miedos, frustraciones, duelos, acuerdos familiares, secretos…?
Estas preguntas están dirigidas, como anunciáramos al comienzo de este apartado, a dar cuenta de la estructura familiar, para saber si en el constelado existe tal cosa o no.
La estructura familiar
No hay estructura en la familia cuando:
- El lugar de cada miembro de la familia es difuso
- No se hablan las cosas
- Represión de sentimientos
- Expectativas indefinidas
- Relaciones viciadas
- Manipulación y control
- Sistemas caóticos de valores
- Actitudes rígidas
- Tradiciones inamovibles
- Atmósfera desagradable
- Enfermedades frecuentes
- Relaciones dependientes
- Envidia y desconfianza
- No se asumen responsabilidades
Hay estructura cuando:
- hay comunicación abierta
- Expresión libre de sentimientos
- Límites y normas establecidas
- Responsabilidades claras y conscientes
- Respeto a cada persona
- Respeto a la libertad de cada miembro de la familia
- Sistema consistente de valores
- Flexibilidad de criterios
- Adaptación al cambio
- Atmosfera agradable
- Independencia y crecimiento
- Confianza y amor
Luego de que el constelado, con la guía del constelador, advierte el estado de su estructura familiar, se interroga a sí mismo a cerca de la misma: ¿Qué estructura tomo de mi familia? ¿Qué debo hacer para reacomodar mi estructura interna? ¿Cómo siento mi pertenencia en la familia? ¿Ocupo el lugar que me corresponde con consciencia? ¿Acepto a mis padres tal cómo son y les doy un lugar conscientemente?
Los órdenes del amor
En los sistemas humanos encontramos tres leyes que juntas constituyen lo que Bert Hellinger llama los Órdenes del Amor. Estos órdenes sirven de principios generales que hacen las veces de teoría sobre la cual se fundamenta la terapia en constelaciones familiares. Estos órdenes o principios son: pertenencia, prevalencia y equilibrio entre el dar y recibir.
Pertenencia
La primera ley es que cada miembro de familia pertenece al sistema. Y esto que podría parecer obvio, no lo es. Si observamos dentro de nuestra familia, podemos hacernos algunas preguntas: ¿Hay algún miembro que está olvidado, excluido o menospreciado? Tal vez un niño que murió al nacer o muy pequeño, y al que no se cuenta entre los tíos, hermanos o hijos.
O un familiar con un destino diferente a los demás, una madre soltera quizás, un hijo ilegítimo, alguien que se suicidó, que padecía una enfermedad mental que hizo que la familia se avergonzara del él.
Puede ser también que algún miembro de la familia haya salido del país natal y se perdiera su pista en el extranjero. ¿Quiénes son los que faltan en la foto familiar?
Y es que cuando un miembro de la familia queda excluido, olvidado o despreciado, el sistema de familia no lo tolera, porque la función de pertenencia consiste en velar por su integridad.
Así, la pertenencia, en su busca de preservar la integridad de la familia, hace lo siguiente: si un miembro queda excluido en una generación, será incluido por otro miembro de la siguiente generación.
Y este es el origen de la repetición de los destinos familiares, es decir, un miembro posterior retoma un asunto pendiente. Y en efecto, de forma inconsciente este se identifica con la persona excluida, y acaba reviviendo y repitiendo su destino. Y es de este modo que la función de pertenencia hace que de nuevo el asunto esté encima de la mesa.
De esta manera, son justamente los miembros excluidos de una familia los que más impacto tienen sobre ella. Es un acto de respeto y de amor tanto hacia ellos como hacía los descendientes, que uno los incluya a todos y cada uno en su familia, dándoles el lugar digno que merecen.
En una Constelación Familiar se mira si alguien está implicado en el destino de sus antepasados. Esto puede conducirle a pensar inconscientemente, a sentir e incluso a actuar como aquel antepasado. Es posible también que se repitan patrones patológicos tanto orgánicos como mentales.
Prevalencia
La segunda ley es que hay un orden en la familia. En una familia es importante la función del tiempo que define quién ha venido antes y quien después. Esto conforma un orden. Hablando metafóricamente, los ancestros son más grandes que los padres y los padres más grandes que los hijos. Quienes han venido antes tienen prioridad y tienen más derechos que quienes han venido después.
Un ejemplo: dos personas se enamoran y forman una pareja y más tarde su amor se manifiesta en un hijo. Ya no sólo son pareja sino padres de su hijo, pero siguen siendo en primer lugar pareja y sólo después son padres.
A veces se invierte el lugar de una familia y parece que el principal objetivo de los dos que forman pareja es ser padres de sus hijos. Descuidan su relación de pareja y se vuelcan a sus hijos, dándoles toda la atención.
Cuando ocurre esto la permanencia de la pareja corre peligro, y aunque el hijo recibe más atención y se siente importante, a la vez se va a sentir inseguro, porque percibe que de él depende la “felicidad” de sus padres y la estabilidad de la familia. En este caso sería importante que la pareja dé de nuevo prioridad a su relación de mujer y hombre, cuidándola y desarrollándola.
Todos tenemos una familia que es nuestro origen y en cuyo seno nacimos y crecimos. Una vez adultos comienza nuestro propio proyecto de vida. Buscamos y encontramos una pareja y formamos un sistema familiar nuevo.
Mientras al nivel individual la persona que ha venido antes tiene prioridad sobre aquellos que han venido después, al nivel de sistema es diferente. El sistema actual tiene prioridad sobre la familia de origen.
Si uno da más importancia a sus padres y hermanos que a la pareja entonces este sistema comienza con mal pie. Difícilmente va ser una pareja duradera a largo plazo. Así que, aunque mi pareja ha venido después que mis familiares, el hecho de que formemos un nuevo sistema familiar, le da prioridad sobre mi sistema familiar de origen.
En las Constelaciones Familiares se mira de qué manera se relacionan los miembros de una familia a través de las generaciones, y si cada uno ocupa el lugar que le corresponde. ¿Respeto el orden? ¿Doy prioridad a mi pareja y a mi familia actual? ¿Veo a mis padres como los mayores y a mis abuelos como los mayores de mis padres? ¿Vivo la relación de pareja cómo una relación entre iguales? ¿Me sitúo en el lugar del mayor delante de mis hijos?
Equilibrio entre el dar y recibir
La tercera ley es la de la compensación adecuada. En un sistema se da una interacción que lo mantiene vivo. Hay un dar y tomar constante, que tiene como fondo el amor. Pero este no es el mismo para todas las relaciones: en una relación una acción puede expresar el equilibrio y en otra puede romperlo. El dar y tomar entre padres e hijos es diferente que el dar y tomar en la relación de parejas.
Al nivel de generaciones podemos observar que una generación da y la siguiente toma, y lo que recibe lo pasa a la próxima generación. Entre padres e hijos equilibrar la cuenta no es posible, aunque los padres también reciben algo de los hijos, no se puede compensar el hecho de haber recibido la vida a través de ellos.
El regalo más grande que hemos recibido es la vida misma, que recibimos a través de nuestros padres. La “deuda” se alivia a través de lo que uno da a los propios hijos o de otra manera a la comunidad, pero equilibrar la “deuda” con los padres es imposible y sólo crea una desubicación de uno mismo.
Cuando un hijo intenta resolver la vida de sus padres, por ejemplo, queriendo solucionar sus problemas, su soledad o su infelicidad, entonces quiere darle algo que no puede dar, porque no lo tiene. Se mete en una misión imposible. Ningún hijo tiene el poder de cambiar el destino de sus padres. Pero en el intento malgasta sus fuerzas en lugar de construir con ellas su propio proyecto de vida.
Al nivel de pareja es importante reconocer que es una relación entre iguales. En consecuencia ambos dan y ambos toman. Si se mantiene un cierto equilibrio en el intercambio entonces la relación crece.
Pero si uno da mucho y el otro da poco, o si uno da y se niega a tomar, el equilibrio se rompe y pone en peligro la continuidad de la pareja. Porque con el tiempo la persona que da más puede que se sienta frustrada y poco nutrida en la relación, mientras que la persona que recibe más se va a sentir en deuda con su pareja, lo que causa un creciente malestar.
Cuando sienten que ya no se puede compensar al otro por todo lo recibido, devolviéndole algo adecuado y así restablecer de nuevo un equilibrio entre ellos, se acerca el fin de la relación.
Las constelaciones familiares son una terapia fenomenológica
Que esta terapia siga el método fenomenológico quiere decir que está centrada en la persona y que no sigue un manual de instrucciones, por así decirlo, para proceder, sino que está atenta y registrando los fenómenos que ocurren en la terapia misma. Se trata, así, de un modelo experiencial, que actúa de acuerdo a la realidad inmediata tal y como esta se va presentando.
Se puede hacer una analogía con el guía que conduce a un grupo de exploradores por un territorio desconocido. En efecto, el guía es alguien que sabe entrar y salir de este terreno, y sin embrago, no tienen una ruta predeterminada, sino que siempre está conociendo el paisaje que recorre y ninguno de los caminos que traza es definitivo.
De este mismo modo el constelador conoce unos caminos (ordenes) y unos estrategias (movimientos), pero su atención está puesta en el “aquí y ahora” en lo que sucede cada vez y con cada persona en particular.
En definitiva, las constelaciones familiares han demostrado ser una de las prácticas terapéuticas más efectivas para sanar individual y colectivamente. Y es que, cómo lo dijo Hellinger: “No hay sanación individual posible sin la sanación del sistema familiar.”