El zen es, de acuerdo al gran poeta japonés Basho: “Comer cuando se tiene hambre y dormir cuando se tiene sueño”. De aquí se desprende que el zen en general, y la meditación zen en particular, no están separados de la vida cotidiana. En este artículo indagaremos sobre qué es el zen y cómo meditar zen.
¿Qué es zen?
El zen es un hecho que no puede expresarse en palabras. Aún para la mentalidad del lejano Oriente, zen es una realidad que no puede ser capturada por el intelecto ordinario. De modo que es más difícil aún que la mente occidental pueda descifrarlo.
No obstante a partir de los estudios del Dr. Suzuki, de Allan Watts y Thomas Cleary, quienes trataron de explicarnos el zen a los occidentales, podemos acercarnos con menos dificultad a lo que es el zen en realidad.
Comencemos pues con una cita de D. T. Suzuki:
El zen. En su esencia, es el arte de ver dentro de la naturaleza del propio ser, y señala el camino de la esclavitud a la libertad. Al hacernos beber directamente en la fuente de la vida, nos libera de todos los yugos que los seres finitos sufrimos comúnmente en este mundo. Podemos decir que el zen libera todas las energías apropiadas y naturalmente almacenadas en cada uno de nosotros, que, en circunstancias ordinarias, se hallan trabadas y distorsionadas de modo que no encuentran cauce adecuado para entrar en actividad.
D.T. SuzukiEsta cita del Dr. Suzuki, nos servirá para un primer acercamiento a la respuesta sobre la pregunta: qué es zen.
El arte de ver dentro de la naturaleza del propio ser
Tal como afirma el subtítulo, extraído de la cita precedente, zen es una indagación en nuestra naturaleza interior. Esto implica entonces que no somos lo que creemos ser y que el zen nos puede conducir al conocimiento de nuestra verdadera identidad.
Y es importante detenerse aquí, pues esta consideración es común a muchos caminos espirituales. Y en efecto, la práctica espiritual implica el reconocimiento de una serie de condicionamientos que nos hacen pensar, sentir y actuar de un modo que no se corresponde con nuestra verdadera naturaleza.
Si se sabe qué es la meditación, y se medita, será más fácil advertir esto que estamos afirmando. Y en consecuencia podremos conocer también, que existe una vía hacia la liberación de estos condicionamientos.
La vía directa
En este proceso de liberación, que está planteado en la meditación budista en general, el zen es la vía directa. Y es que hacer zen es como tomar un atajo que conduce sin rodeos al lugar al que queremos llegar, es decir, a nosotros mismos.
Y para lograr este asalto directo, instantáneo, el zen prescinde del aparato filosófico, el ritual y la magia. Apela en cambio a la meditación, y no solo como práctica disciplinada, sino a la meditación en lo cotidiano, a cada instante del día, en cada cosa que el practicante haga.
Es por esta razón que abundan los testimonios de practicantes zen que obtuvieron la iluminación, o “satori”, mientras cortaban leña, portaban agua, caminaban, o realizaban cualquier actividad cotidiana.
Lo que necesitas está en ti
Se cuenta que la primera frase que pronunció el Buda al iluminarse fue: “Todo está bien». El zen, en última instancia, no aporta nada al que lo practica. En efecto, no se trata de adquirir nuevos conocimientos, sino, por el contrario, se trata de vaciar la mente de todo contenido almacenado.
El zen puede ser visto, en este sentido, como una deconstrucción, luego de la cual queda desnuda la base del edificio. Así, cuando nos despojamos de todo lo que hemos adquirido interiormente, todas las ideas preconcebidas, nuestra autoimagen, el conocimiento teórico, y un largo etc., surge nuestra auténtica esencia. Y todo está bien.
Zen: historia relámpago
El zen es una escuela del budismo Mahayana, primero que todo. Es introducido en China por Bodhidharma (quine lo llevó de India) en la época de la dinastía Tang, alrededor del siglo VI d.C.
La palabra “zen” es la forma que se le dio en Japón (país en que echó raíces esta forma de budismo) al original chino “chan” que proviene del sánscrito “dhyana”: meditación. Así que el zen es una especialización budista en la práctica meditativa.
Históricamente hablando, zen es una mezcla de budismo mahayana (sobre todo de la secta yogachara) y taoísmo. Como ya mencionamos, se inicia en china, pasa a Japón y en el siglo XX, a partir de los Ensayos sobre budismo Zen, de D.T. Suzuki, se conoce en Occidente. Sangharakshita afirma que se trata de “una transmisión del espíritu vivo del budismo original”.
Qué es la meditación zen
La meditación zen es, en pocas palabras, el método que usan los practicantes para obtener el satori o iluminación. A la meditación zen se le conoce como zazen, que quiere decir: meditación sentada.
Sin embargo la meditación zen, como ya advertimos, no se limita a la sala de zazen, sino que se efectúa a cada momento, mientras se realizan las labores cotidianas. Y de hecho, para varios estudiosos, esta forma de meditación en la que se mantiene plena consciencia de todo cuanto se hace es lo que da origen a lo que hoy se conoce con el nombre de mindfulness.
Cómo meditar zen
Meditar zen significa dar un salto del pensar al saber, de la experiencia de segunda mano, al conocimiento directo. De modo que se trate de la meditación sentada o de la plena consciencia de lo que se hace en la vida cotidiana, la única forma de saber cómo meditar zen es meditando.
Y es que, tal como lo advierte Alan Watts en su conocido ensayo: El espíritu del Zen, el zen no es una forma de conocimiento racional, pero dejemos que sea él mismo quien nos lo relate:
El zen no pretende ser inteligible, esto es, no pretende ser comprendido por el intelecto. El método del zen es desconcertar, excitar, aturdir y agotar al intelecto hasta que se comprenda que la intelección solo es pensar en algo; provoca, irrita y otra vez agota las emociones hasta que se comprende que las emociones son sentir respecto a algo. Luego, cuando el discípulo ha llegado a un interregno intelectual y emocional, inventa un puente para unir el contacto conceptual, de segunda mano, con la realidad, la experiencia de primera mano.
Alan WattsEsta cita del norteamericano, nos describe lo que sucede a lo largo del proceso de búsqueda del adepto zen, pero también nos revela lo que ocurre en la meditación zen. Y en efecto, de esta cita se pueden extraer los pasos del zazen. Que son los que siguen.
Observación
Cómo meditar zen: observando. En efecto, la meditación zen comienza con la observación. En un comienzo se observan los pensamientos y toda la función eidética en general. El practicante toma distancia de los pensamientos y los ve como si se estuvieran reflejando en una pantalla.
Se ven los pensamientos como si estos no provinieran del meditador. Es como ser testigo de lo que ocurre en el campo mental. Sin tomar parte, sin condenar ni condonar lo que se observa.
De igual modo se hace con las emociones. Se observa todo lo que se manifiesta en el ámbito del sentir: tristeza, rabia, alegría, miedo… en este caso se actúa igual que con los pensamientos. El practicante no se identifica con ninguna de las emociones que se presentan en su campo emocional, lo observa como si se tratara de otra persona.
Si fuera el caso, el practicante observa también las relaciones que se pudieran establecer entre pensamientos y emociones. Por ejemplo, si el recuerdo de un encuentro reciente con una persona en particular produce una emoción específica.
Lo mismo ocurre con la observación de las sensaciones corporales que se van presentando. Se observan como si se tratara del cuerpo de otra persona. Si surge una incomodidad física, un dolor en una rodilla, por ejemplo, se observará el dolor y no se relacionará con la persona que lo siente. Solo se estará atento al dolor.
Aceptación
Cuando nos preguntamos cómo meditar zen, nos referimos en su segunda etapa a la aceptación. Por aceptación entendemos que a todo el proceso de observación, en los tres niveles descritos anteriormente (pensamientos, emociones y sensaciones) no se le debe oponer resistencia.
El practicante zen, de hecho, no debe oponer resistencia a nada. Solo ocurren las cosas, pero no hay nadie a quien le ocurran. Es decir, el zen no es personal. Y como no hay nada personal pues solamente hay realidad. Y como lo que hay es nada más realidad entonces esta debe ser aceptada sin resistencia alguna.
En un sentido práctico esto significa que el que está haciendo zazen permanece en la experiencia de ese momento y la acepta sin intentar cambiarla. No se mueve físicamente para evitar un calambre, por ejemplo. Tampoco lucha contra posibles pensamientos incómodos que pudieran surgir mientras medita. De igual modo recibe todo el contenido emocional sin pretender sentir de otro modo.
Acepta también lo agradable
Es importante señalar que esta aceptación incluye lo que consideramos displacentero como lo que consideramos placentero. En el primer caso ya hemos dicho en qué consiste la aceptación. En el segundo se trata de no aferrarse al placer que se pueda estar experimentando.
En este último sentido conviene aportar algún ejemplo. Si meditando advienen sensaciones físicas agradables, como pueden ser algunos cosquilleos que suelen sentirse, por ejemplo, al comienzo de la meditación, cuando se está tomando consciencia del cuerpo, se deja ser sin aferrarse a ello.
Del mismo modo se debe proceder si se experimentan emociones agradables. Simplemente se viven sin querer permanecer en ellas. Igual vale decir con los pensamientos. En este último caso puede ocurrir que el practicante experimente súbitamente algún estado de comprensión racional. Si es así, deberá vivenciar esa sensación mental sin forzar ninguna especulación, dejando que permanezca el tiempo que dure y sin pretender alargarla.
Unificación
En la unificación, el estado de observación y el de aceptación ya no existen. Y es que si el practicante ha llegado a este nivel, entrará en cuenta de que ya no hay separación entre el observador y lo observado. Tampoco entre el experimentador y lo experimentado.
En términos psicológicos se puede afirmar que en esta etapa de la meditación zen se ha borrado la ilusoria división entre sujeto y objeto, entre figura y fondo. Algunos meditadores han descrito esta experiencia diciendo que se han dado cuenta de que no hay nadie que observe la realidad pues se es parte de ella.
Es así que la unificación es el objetivo de la meditación zen. Es decir: ya no existen meditación y meditador aparte. Solo hay un proceso dinámico y unitivo en el que “All is ok”.
Qué es zen, cómo meditar zen: resumiendo
Lo que hemos descrito hasta ahora supone un alto grado de entrenamiento por parte del practicante. De allí que el zen se considera una de las vías budistas más exigentes. Y si bien es fundamental la guía de un maestro, la realidad a que apunta el zen debe ser experimentada por nosotros mismos.
De forma que hay que comenzar a buscar si queremos encontrar. Y cabe la pregunta: ¿por qué esta realidad esencial que yace en cada uno de nosotros no puede ser alcanzada por el intelecto? Pues bien, dejemos que sea el Avatamsaka Sutra quien nos responda:
La verdad de la comprensión de sí no es una ni dos. Debido al poder de esta comprensión de sí, es capaz, universalmente, de beneficiar a los demás al igual que a uno mismo. Es absolutamente imparcial, sin idea alguna de esto o de aquello, como la tierra de la que crecen todas las cosas. La realidad misma no tiene forma ni no-forma. A semejanza del espacio, está más allá del conocimiento y la comprensión. Es demasiado sutil para ser comprendida y expresada con palabras y letras.
Avatamsaka Sutra